Pueblan los anuncios clasificados; en los grupos de Facebook existe un bombardeo. Con fotos de sofás que parecen estar nuevos, y además a un precio irrisorio, es normal que el usuario sienta la tentación de utilizar una de estas gangas para llenar el hueco que tiene en el salón. Lo que nadie sabe es que ese chollo puede convertirse en una pesadilla. Estos son todos los motivos para no comprar un sofá de segunda mano y el razonamiento que hay detrás de ellos.
Motivos para no comprar un sofá de segunda mano
Cuando acuden a nosotros parejas o familias que han vivido una mala experiencia con muebles de segunda mano, la mayoría coincide en un dato: pensaron que iban a ahorrar decantándose por el de segunda mano, y, al final, no solo han perdido lo poco o mucho que pagaron sino que tienen que comprar un sofá nuevo.
Más allá del factor económico, al adquirir muebles de segunda mano sin la debida certificación de buen estado, se está poniendo en riesgo la salud de la vivienda y de los ocupantes. Vale la pena invertir un poco más y tener la seguridad de que el sofá no cuenta con elementos no deseados. A continuación os detallamos cuáles son las principales razones para NO comprar un sofá de segunda mano (y que se aplican a colchones, ropa de cama, toallas, y todo aquello que tenga que ver con nuestro día a día y la higiene).
La insalubridad, el motivo para NO comprar un sofá de segunda mano
Se desconoce el ambiente del hogar donde ha estado el sofá. Aun cuando no haya síntomas que indiquen que los vendedores viven un ambiente insano, es un espacio privado que no se conoce y que, por lo tanto, puede haber afectado en la salubridad de los elementos internos del sofá. ¡Puede que incluso sea un sofá que se han encontrado en la calle antes, lo han utilizado y ahora se quieren deshacer de él! Este es uno de los principales motivos para NO comprar un sofá de segunda mano: nunca sabes si está en perfecto estado de higiene como para incluirlo en tu salón.
Es el mismo caso que, por ejemplo, si decides comprar un aparador de segunda mano sin revisar si hay termitas que comprometan ya no solo su integridad -con lo que se perdería la inversión en el mueble- sino la de toda la vivienda. O si te mudas a una casa nueva y se piensa en reutilizar el colchón que dejan atrás los anteriores propietarios.
Hay elementos en una vivienda que deben ser nuevos por seguridad e higiene, y el sofá es uno de ellos. Comprar un sofá nuevo no tiene por qué disparar el presupuesto familiar, máxime cuando se garantiza que llega directo de fábrica.
No se trata solo de que asegurarse que está en perfectas condiciones, es tener la confianza de que no hay opción para cualquier plaga por insalubridad.
Olores que no se van
Los muebles que se componen de tapizados o mullidos tienden a tomar olores del entorno mientras se usan. Puede darse el caso de que los anteriores propietarios del sofá de segunda mano lo hayan protegido con una funda. Aún así es insuficiente para conseguir que no absorba olores como el tabaco, los olores a mascota, y un largo etcétera. Si lo incluimos en la decoración de la vivienda, en poco tiempo esos olores se convertirán en el ambientador no invitado de la estancia.
Bultos sospechosos en el sofá
Ni siquiera el sofá mejor cuidado, después de años de mucho uso, está libre de bultos y formas. Por mucho que el primer propietario haya cuidado el relleno y el tapizado, habrá momentos en la vida del sofá en los que soportará malas posturas, juegos, y otras actividades para las que no está diseñado.
La aparición de bultos en el tapizo indica un estado deplorable del sofá. En algunos casos, el propietario que quiere deshacerse del sofá viejo lo presenta como retapizado, en un intento de ocultar el verdadero estado del mueble. Una señal que indica que intentan vender una sofá de segunda mano en mal estado es si encontramos costuras y remaches de tapizado mal rematados.
¿Has visto algún sofá de segunda mano interesante? No te lo pienses más: por salud y economía, deshecha la idea.
Deja un Comentario